El ajedrez es mucho más que un juego de mesa. Su práctica inicialmente era como entrenamiento estratégico y militar. Con el objetivo de ganar las batallas entre pueblos ancestrales. Poco a poco, ha ido evolucionado hasta convertirse hoy en día en una de las disciplinas más practicadas en el mundo. Los millones de jugadores anónimos originarios de todos los continentes han hecho que un tablero de 64 casillas con 32 piezas sea un lenguaje universal. Este juego no distingue culturas, edades, razas o nacionalidades. Sin embargo, aún continúa forjando entornos discriminatorios hacia las mujeres. Hoy en día se busca el equilibrio entre hombres y mujeres que practican el ajedrez. ¡Sigue leyendo!
Un poco de historia…
Hace años el mundo del ajedrez vivía casi supeditado a esa idea. Todo empezó cuando a un campeón del mundo, Gary Kasparov , le preguntaron si Judit Polgar, la prodigiosa jugadora húngara, podía vencerle. «Judit tiene un talento fantástico para el ajedrez, pero, después de todo, es una mujer”, dijo. “Ninguna mujer puede sostener una batalla prolongada”. La realidad fue que en aquella histórica partida del año 2002 Judit venció a Kasparov. Y dio pie a un nuevo mundo en el ajedrez. Alejado de esos inmensos prejuicios como el que el maestro Bobby Fischer pronunció en su época. «Todas las mujeres son débiles. Nunca deberían jugar al ajedrez».
El reto…
Hoy en día se busca combatir eso, disminuir la brecha entre las y los jugadores de ajedrez. Es el caso de Sabrina Vega, una gran Maestro Femenino de Ajedrez española. A sus 32 años, la palmense se encuentra entre las mejores jugadoras del país. «En Canarias hay mucha tradición de jugar al ajedrez en eventos públicos y empecé de casualidad, buscaba una actividad que pudiera compaginar con la gimnasia de mi hermana Belinda», explica Vega. Belinda también practica ajedrez y ostenta el título de Maestro Internacional Femenino. Los referentes de Sabrina, que debutó en 2004 con sus primeras Olimpiadas de ajedrez, fueron las hermanas Pólgar y la jugadora Mónica Calzetta, su compañera en la absoluta. Años después, tuvo la oportunidad de que Judit Pólgar le viera jugar en Bakú, Azerbaiyán. «Sin embargo hay pocas ajedrecistas, van desapareciendo cuando cumplen los 15. Desconocemos la razón, pero lo cierto es que el ajedrez también tiene mucho de evento social y es importante sentirse cómodo», señala.
Vega forma parte de la Comisión de Mujer de la Federación Española de Ajedrez (Feda) y trabaja para hacer que las niñas se sientan arropadas. «Creemos en la importancia de la visibilidad y de que las chicas sientan este deporte como nuestro», subraya. Licenciada en Derecho, Vega se dedica profesionalmente a enseñar a jugar al ajedrez. «Es una herramienta muy en boga para enseñar valores a los niños, pero las competiciones no tienen el respaldo publicitario ni las subvenciones que deberían», lamenta Vega, quien comprende que algunos tengan dificultades para concebir el ajedrez como un deporte.
¿Existe alguna diferencia entre hombres y mujeres al jugar ajedrez?
«No hay ninguna diferencia intelectual entre un hombre y una mujer para jugar al ajedrez», argumenta Ramón Pullades, director técnico de la Federación española, que no sólo pone de ejemplo a Judit Polgar, «que llegó a estar en el top ten del ranking absoluto, sino que ahora también hay tres jugadoras chinas que cada vez están más cerca de lograrlo». Una prueba que, en realidad, respalda lo que antes decía Sabrina Vega: «Los porcentajes se están igualando y esto favorecerá a las mujeres: cuántas más haya, más posibilidades de lograr lo máximo, pura lógica y excelente motivación, por otra parte».
Uno de los objetivos de “MiniChess” es justo ese, no solo alcanzar la alfabetización ajedrecística en los pequeñ@s, si no también alcanzar el equilibrio entre hombres y mujeres que practican este deporte. Y de esta manera poder aprovechar todos los beneficios educativos del ajedrez.
Articulo tomado de: es.chessbase.com, angelapaloma.com, elmundo.es